El gran desafío de Marcelo Richotti. El capitán de aquel primer título de Peñarol encabeza una nueva etapa ahora como entrenador del equipo. Con otro perfil, pero con las ambiciones de siempre.
por Marcelo Solari y Sebastián Arana
No siempre las distancias aflojan los vínculos. Ni el paso del tiempo. Marcelo Richotti dejó de jugar hace veinte años en Peñarol. Y hace trece que pasó fugazmente por el club como entrenador. Pero es como si siempre hubiera estado. “Tuve más contacto con la gente por las redes sociales cuando arreglé mi contrato que en estos días. No salí mucho a la calle, cuando lo hice el hincha de Peñarol me sigue mostrando todo su cariño”, le cuenta a LA CAPITAL, mientras se acomoda en su nueva casa. A dieciocho días del comienzo de lo que define como un gran desafío en su carrera, perfiló sus ambiciones para la temporada que se avecina con Peñarol. Importantes. Como siempre. Definitivamente, hay cosas que nunca cambian. Y no deben perderse.
– ¿Qué te dejó tu experiencia en Argentino de Junín?
– La pasé muy bien. Es un club chiquito, con gente muy pasional. Parecido a Peñarol, pero más chico. Me hizo acordar mucho a Pacífico. Iban a ver el entrenamiento de 40 a 50 personas. Una locura. El problema es que la rivalidad con Ciclista es tremenda. Y algunos están descontrolados. Es increíble el nivel de estupidez que existe en la gente para llevar a semejante descontrol una rivalidad deportiva.
– Vas a vivir tu tercer ciclo en el club, en momentos diferentes, tanto tuyos como de Peñarol ¿Con qué te encontraste?
– Institucionalmente y por infraestructura es un club totalmente distinto. El microestadio “Domingo Robles” ya lo hace diferente. Si no sabés todo lo que ocurrió y hace quince años que no venís, impacta. El gimnasio de musculación más grande le da al club otra actividad, lo mismo que los locales que dan a Santiago del Estero. Dirigencialmente se nota que está más ordenado. Pero, en líneas generales, la esencia es la misma.
– ¿Te gustó lo que viste hasta ahora del plantel?
– De lo que llevamos entrenado, sí. Uno recién empieza a apreciar lo que tiene cuando se hace básquet. La parte física te permite saber si un jugador está rápido o no, pero no cómo juega. Los jugadores mayores son todos reconocidos. De Leo Gutiérrez está todo dicho, Alejandro Diez juega hace muchos años en el club, de Juampi Figueroa dicen que no tuvo una buena Liga, pero yo confío que ésta va a ser mejor. Franco Giorgetti en esta estructura es el “3” natural y va a tener que asumir esa responsabilidad. Espero que tenga la continuidad que no tuvo hasta ahora. Acuña está en plena curva ascendente. Jerónimo Barón es muy joven pero tiene muchas cualidades, Nico Zurschmitten también está muy bien, insistí mucho por él.
– ¿Qué podés adelantar de los extranjeros?
– Con Reed hicimos una apuesta por su juventud. Para el puesto de escolta es picante. Puede anotar y a su vez también puede jugar de base, por eso lo elegimos. Sebastián Suárez estaba cerrado antes de que yo llegara. Es una decisión de la dirigencia, que voy a avalar a través del trabajo día a día. Esperemos que se pueda adaptar a esta competencia que es muy distinta a la chilena. Y con Ivanovic buscamos un pivote con características diferentes a las de Acuña. Es un jugador no tan atlético, sino más posicional, bien interior. Repartiremos los minutos entre los dos.
– ¿Giorgetti es el jugador a explotar?
– Tengo grandes esperanzas en él. Tiene todo para dar ese salto de calidad. Es un chico muy alto para el puesto de alero, con tiro, puede poner la pelota en el piso. Puede defender bien. Tiene que entender todas las cosas que puede hacer. Confío en que hará una muy buena Liga.
– ¿Pensábas o te imaginábas que ibas a empezar la temporada dirigiendo en Peñarol?
– No. Cuando terminó la última temporada, habíamos quedado con Germán Lambrisca, el presidente de Argentino, en que cada parte iba escuchar a la otra y después decidir. Ellos querían mi continuidad, yo estaba interesado en seguir. Mi agente Esteban Villar tenía la orden de no hablar con otro club. Un día hablo con quien era mi asistente en Argentino y me dijo: “Así que te vas a Peñarol”. Yo le contesté que nada que ver, que conmigo nadie había hablado porque esa era la verdad. No sé si él escuchó algo o simplemente fue una premonición. Porque pasó que no nos pusimos de acuerdo en la parte económica, concluimos las tratativas con Argentino y al otro día salió la posibilidad de Peñarol.
– ¿La dirigencia de Argentino nunca te reprochó que estuvieras negociando con Peñarol?
– No, porque no era así.
– Correcto. Pero los dirigentes podrían haberse visto inducidos por algún rumor…
– No, no. Yo también les podría haber dicho que ellos estaban hablando con otro entrenador y tranquilamente lo podrían haber hecho porque no había un vínculo firmado. Y no me tendría que haber ofendido si ellos hubieran consultado con otro entrenador. Tengo un gran afecto y respeto por la gente de Argentino. Me dieron la posibilidad de volver a la Liga y estoy muy agradecido. Traté de ser fiel a mis principios y no hablar con nadie antes de saber que no iba a seguir en Junín. Después surgió lo de Peñarol y cerramos rápido.
– ¿El hecho de haber sido Peñarol facilitó las cosas?
– Peso más, peso menos, condiciones más, condiciones menos, terminás arreglando. No hay que ser adivino para saber lo que yo siento por el club. Al margen de lo deportivo. Es un desafío enorme para mí. Vengo a reemplazar al entrenador de la Selección Argentina y que en los últimos ocho años ganó más torneos de los que yo gané en toda mi vida. Sé adonde vengo. Y también sé que la etapa del club es totalmente distinta y que la apuesta es otra. Vamos a tratar de potenciar a los chicos. Tenemos un grupo de chicos bárbaro. Se lo dije a Domingo Robles. Estoy feliz de la vida de ver a esos pibes cómo entrenan, cómo trabajan, la responsabilidad, la seriedad. Técnicamente están bien. Obviamente tienen mucho por aprender todavía. Trabajan con el Negro Echevarría todos los días. Nunca tuve, en los 14 o 15 años que llevo como entrenador, un grupo de juveniles como éste de Peñarol. Y eso ayuda mucho porque te da calidad de trabajo.
– Potenciar a los chicos beneficiará el rendimiento del equipo. ¿Cuás el objetivo en la competencia?
– Antes de empezar la Liga digo que a mí me gustaría ser campeón. Vamos a trabajar para eso. Sabemos que no somos los candidatos. No somos ni el uno, ni el dos, ni el tres, ni el cuatro. Ni por nombres, ni por presupuesto ni por nada. Hay equipos que están muy por encima en todas esas cosas. Nosotros nos armamos para ser competitivos. Y dentro de esa competencia vamos a hacer todo para tratar de ganar. Después veremos si el nivel que alcancemos como equipo y el nivel que tenga la Liga, nos permite llegar a lo que todos anhelamos. Pero hay veinte equipos y campeón sale uno sólo. Vamos a tratar de ser competitivos, hay cosas que no se deben perder. Por más que la institución esté pasando por un momento diferente o tenga otros objetivos, la ambición por ganar siempre tiene que estar. La esencia del club es esa. Y hay muchos jugadores que han integrado equipos campeones, tienen mentalidad ganadora y coinciden con el espíritu de Peñarol.
La Liga, los jóvenes, los adelantos técnicos
– ¿Te gusta el modo de disputa de la Liga?
– Yo nací y crecí en la Liga jugando viernes y domingo. La gente sabía que se jugaba esos días. Me pasó estando afuera de la Liga de no saber qué días había partidos. Con todas las herramientas que hoy existen para informarse… En la última Clínica en Paraná cuando fueron Fabián Borro y Sergio Guerrero se charló sobre el tema. Existe mucha convicción en la AdC en este punto: ellos dicen que es lo mejor para los clubes. Yo hablo desde el punto de vista de los jugadores y los entrenadores. El desgaste es muy grande y los planteles no son muy largos. Jugar tres partidos seguidos en el norte en verano, por ejemplo, es bravo. Mucho calor, poco descanso. El jugador termina arruinado. Y ni que hablar si tiene que volver a jugar enseguida como local. También es más complicado desde el punto de vista de las lesiones. Con el formato anterior, cuando se lesionaba un jugador capaz que lo perdías uno o dos partidos. Ahora se puede perder seis u ocho partidos depende de la frecuencia que depare el fixture. Es raro porque también existen esas pausas de diez días en el medio que al jugador se le pueden hacer tediosas. Es difícil manejar las cargas. Mientras jugás, no podés entrenar. Es todo táctico, regenerativos, scouting, videos y a la cancha. Tenemos que adaptarnos e intentar jugar lo mejor posible bajo esas circunstancias. Si preguntás que me gusta, me gusta más el formato anterior.
– En lo competitivo, ¿cómo la viste?
– No me pareció que se jugara muy bien. Había equipos que sí lo hacían, como Gimnasia, que anduvo bien todo el año y no tuvo buenos play-offs, u Olímpico. San Lorenzo estuvo bien cuando tenía que estar bien y por eso salió campeón. En una Liga de diez meses todos los equipos tienen picos y pozos de rendimiento. Históricamente, la Liga casi siempre te pone en el lugar en el que tenés que estar de acuerdo a presupuesto y a rendimiento. San Lorenzo estuvo bien en el momento justo y terminó en el lugar en el que debía estar de acuerdo al presupuesto que tenía. Se armó para ser campeón. Cambió cinco pivotes hasta encontrar a Matthews, quien terminó dando las cosas que necesitaba el equipo?
– No estaban mal con Lydeka…
– No. Pero lo vemos de afuera. En ese sentido, hay que darle la derecha a Julio Lamas, que es un entrenador con mucha experiencia. Algo habrá visto en Lydeka que motivó su decisión de cambiarlo. Me hizo acordar lo de San Lorenzo a la temporada cuando fuimos campeones por primera vez con Peñarol. Diecisiete partidos invictos con Randy Henry y Néstor García decide cambiarlo. Nadie entendía nada. “Hay que cambiarlo porque con él no vamos a ganar el campeonato”, decía. Y tuvimos la mala suerte de que cuando debuta Ivy, se lesiona Bernardini. Y ahí sí que tuvimos que cambiar todo. Pero, cuando teníamos que estar bien, estuvimos bien. Volviendo a la pregunta, hay chicos jóvenes que aparecieron que tienen futuro, que le dan frescura a la competencia. Sobre todo, los chicos de Bahía Basket, que juegan como hombres. A mí me toco sufrirlos en el play-offs y después Peñarol pasó por lo mismo con ellos. Estuvimos para liquidarlos y no pudimos porque tuvieron personalidad para salir de situaciones incómodas. Y afrontaron el quinto juego como locales con madurez y nos ganaron cuando le habíamos sacado una buena diferencia. Hay buenos chicos también en otros equipos, como Gabriel Deck, por ejemplo…
– ¿Brussino?
– Ni me lo nombres a Brussino que me largo a llorar… No sé si la Liga ha sido buena. Sí, en cambio, es muy intensa. Y muy difícil de jugarla. Cada vez hay más trabajos de scouting, de conocimiento del rival. En ese aspecto, la competencia es muy linda. A los entrenadores, a los cuerpos técnicos, nos pone a prueba a cada partido.
– ¿Cuándo empezaste a palpar este cambio, a ver tan trabajados a los equipos?
– Cuando la tecnología empezó a entrar a la Liga. Antes había VHS, teníamos que editar con dos videocaseteras y hacíamos lo que podíamos. Después empezó a llover la información desde todos los ángulos a través de internet, de la aparición del streaming, de la proliferación de datos estadísticos. Tenés todo en el celular, en la computadora, en el iPod… Hoy existe el Synergy, que es el programa que la misma AdC le facilita a todos los clubes. Tiene información del 90% de las Ligas de todo el mundo. Querés ver a un jugador que viene de actuar en el torneo de Georgia, por ejemplo, y podés hacerlo. Podés ver lo qué hace, lo que no hace, en qué aspectos su juego es pobre, en cuáles es bueno. En cambio, los entrenadores que yo tuve en mi etapa de jugador elegían a los extranjeros porque algún contacto les decía telefónicamente cómo jugaban. Vos tenías que creer en esa palabra y recién veías al jugador cuando llegaba a tu club. Muchas veces te prometían un 2,05 metros y bajaba del avión un jugador de 1,98. O pedías un “5” y te mandaban un “4”. Hoy con el Synergy no le errás. Es un programa de altísima fidelidad. Querés un jugador de poste bajo y te tira qué hace bien, qué hace mal, qué hace más o menos. Cuán exitosas fueron sus defensas y de qué manera le convirtieron. Y, así y todo, te equivocás. Porque después viene a la Liga y no se adapta. En ese sentido, la Liga ha crecido mucho.
– ¿Las mejores Ligas te siguen pareciendo la de los noventa?
– Uhh… Había muchos jugadores buenos ahí. Mucha calidad en cada uno de los puestos y la preparación tenía que ser bárbara para estar a la altura. Hoy, lo digo con todo respeto, yo no veo tanta calidad.
– ¿De nacionales y extranjeros?
– Lo de los extranjeros ha cambiado mucho. Antes traían mejores, había más plata. Hoy hay que recurrir a la imaginación. El presupuesto que tiene Peñarol para su pivote no es malo, pero tampoco es bueno. El jugador bueno en esa posición cobra entre doce y quince mil dólares por mes o está jugando en Europa. No viene a Argentina por menos de ese dinero. En otros puestos es distinto porque la oferta es más amplia. Pero los buenos pivotes escasean. Por eso hay que mirar mucho y agudizar el ingenio.